jueves, 24 de febrero de 2011

Recuerdos de un dia de verano

Recuerdos de un día de verano

Miro al sol y a su siniestra belleza. Cuando más te acercas a ella más daño te produce su luz hasta llegar a la ceguera. Ese sol alumbrador me trae recuerdos de verano, de ese día frente al mar, que relucía mostrando su fresca hermosura. Ese día en la playa, rozando con mis dedos las seductoras curvas de la fina arena, en una cala alejada del mundo entre dos imponentes muros de piedra, el murmullo de las olas llegaba a mis oídos susurrándome palabras de amor. El mar era llano y se alzaba con su imponente azul, más allá del horizonte, sin nada que estorbase su quietud. La embriagadora brisa cubría mis parpados con un aroma a sueño, bajo esa reluciente luz, llevándome a un mundo donde lo ficticio y lo real se difuminaban en el horizonte como las olas en el mar. Una sombra llegó a mi, pero no era oscura sino brillante, cual su sonrisa deslumbrante solo era comparable al brillo de sus ojos color océano, sus hermosos labios pronunciaban unas palabras de saludo que se mezclaban con el murmullo de las olas mientras me prestaba su mano con una alegre sonrisa. Yo observé su hermoso rostro reluciente, y las curvas de su cuerpo me sedujeron llevándome a un mundo a su merced, cogí su mano mientras me incorporaba poniendo mi enrojecido rostro frente al suyo, solo una palabra venía a mi mente y solo esa palabra era capaz de pronunciar <<amor>>. Su húmeda mano tenía el suave tacto de las dunas de arena que cubrían nuestros pies, su cuerpo estaba rodeado de una embriagadora fragancia olor a mar, un perfume exquisito que se hundía en un pozo de amor junto a esa bella mirada, su larga melena relucía en el sol de agosto resiguiendo cada curva de su cuerpo con exquisita elegancia. La simple visión de su piel color arena hacía latir mi corazón hasta las estrellas. De su cuello colgaba un collar con una perla a la vez humilde y a la vez bella, pero su hermosura nunca fue comparable a la extrema belleza de esa forma divina que sonreía ante mí. Su mano estiró mi cuerpo llevándolo a su merced hasta una roca muy alta que daba al mar, ella me miró fijamente y susurró unas palabras en mi oído que hicieron temblar todo mi cuerpo. Acto seguido me miró otra vez a los ojos y con sus carnosos labios me dio un beso en la mejilla. Esa situación me produjo una espiral de emociones que me alzaron al cielo y me hicieron morir para volver a estar junto a ella. Su lindo rostro se sonrojó un poco, dándole a su piel un color rosado que superaba los límites de la belleza, mi rostro se sonrojó más y el suyo también. Compartimos una mirada mágica antes de que con un ágil movimiento se lanzara al vacio, yo como una oveja que sigue a su pastor seguí a mi amor hasta la muerte, unos segundos en el aire me embriagaron de su perfume a mar en treinta metros de caída. El agua llegó a mi piel cubriendo cada parte de mi cuerpo, abrí los ojos sin vacilar bajo aquel mundo de hermosos reflejos. Y ante mi vislumbró la silueta de su cuerpo desnudo. Su larga melena se esparcía por el agua siguiendo sus pequeñas corrientes, ella me miró lanzándome un hechizo de amor, se llevó el dedo a su boca  y acercándose a mí con elegantes movimientos sacó el dedo de sus labios y los llevó a los míos encerrándome en su hechizo eterno. Nada podía ya ser demasiado arduo para cumplir sus deseos, la vida me parecía ya un mísero precio a pagar por cumplirlos. Entonces me abrazó, uniendo su cuerpo con el mío mientras las yemas de sus dedos iban rozando la superficie de mi espalda, nuestras miradas cruzadas se volvieron más intensas hasta el punto que el agua pareció hervir, el deseo de sus labios atravesó como una flecha mi ardiente cuerpo. Ella con una mirada de amor cumplió mi deseo y juntó sus labios con los míos llevándome a un océano de emociones que abarcaba más allá de los límites del universo, ese beso bajo el mar me llenó los pulmones, me pareció que ese beso duraba toda una eternidad de sentimientos en erupción. Cuando este finalizó se convirtió en un recuerdo fugaz, y al abrir mis ojos no había nadie junto a mí, solo los peces bajo esa superficie de agua me acompañaban en esa despedida invisible. Los latidos de mi corazón eran tan intensos que noté como hacían vibrar toda el agua a mí alrededor, me llevé la mano al cuello donde hasta hace unos instantes reposaban sus bellos brazos y logré descubrir un colgante con una humilde y bella perla. Una perla que encerrada en su interior lleva aún los recuerdos de mi amor.

Martí

sábado, 19 de febrero de 2011

Cut-sama

Kishimoto

Porfavor comenten

Recuerdo que este blog fue creado para recibir comentarios de parte del publico, les pido  que comenten y critiquen mis obras, a poder ser tambien les agradeceria que siguiesen la pagina, gracias

Ironia

Algunas veces creemos que la muerte es algo lejano, que estamos a salvo, que nuestras almas no serán usurpadas por la guadaña del guardián. Pero a veces,  el destino, está más cerca de lo que creemos.

Era un 30 de Agosto muy extraño, la temperatura de los últimos días se paseaba por la cifra cuarenta, como una mosca molesta; como único matamoscas,  los ventiladores ya estropeados que te ofrecían el encanto hipnótico de sus vueltas sumadas al calor y al aburrimiento. La playa y la piscina estaban cerradas a mis posibilidades, nada mas podía hacer que contemplar el cero de ese aparato sin alma. Pero ese día era diferente, miles de perlas translucidas caían del cielo bajo un triste manto de color borrador. Nada más que estar sentada,  al lado de la ventana contemplando el movimiento rectilíneo de las gotas cayendo al azar, mientras  sonaba la novela de las tardes en una televisión ya aburrida en épocas de vaguez; consolaba mi espíritu.
Era como un vampiro al que no podían tocar los rayos del sol, esa enorme bola de fuego me apuntaba con lanzas ardientes preparado para dañar mi piel de seda. Nada calaba más hondo en mi corazón que la tristeza que me provocaba el alegre sol. No hay nada que más deseemos que aquello que no podemos tener, sobre todo si todos los que te rodean disfrutan plenamente de ello. Notar la cálida luz del sol era para mí, notar el calor de un rayo en mi piel. El tormento de no poder ir a ningún sitio, nunca salir de ese pequeño apartamento cerca de la clínica del doctor que visitaba una vez por semana. Ver  los niños jugar y sudar a la luz del feliz astro. Todos esos pequeños detalles eran una tormenta para mi frágil corazón, la muerte me acechaba.
Pero ese día era diferente, las tristes nubes cubrían al alegre sol, permitiéndole a mi corazón una excepción. Podía lanzar la rutina al vertedero, pero sabía el amargo sabor de volverla a recuperar.  Aunque ese triste día era alegre para mí, me encontraba en una extraña excepción dentro de la excepción que yo conformaba. Ese día, no tenía ganas de salir a la calle, tampoco quería restar en ese apartamento, el cual seguía viendo después de cerrar los ojos. Solo quería pensar en mi vida mientras esperaba mi inminente muerte.
-Piiiiiiiiiiiiiiiiip.-De repente sonó el timbre. ¿Era mi madre? No, llegaba demasiado pronto. Quizás era uno de los vendedores de seguros de vida que agarrotaban a diario las puertas de mi casa. Abrí la puerta dispuesta a lanzar una negativa rotunda y rutinaria, pero al abrir la puerta me encontré con la ironía más grande de mi vida, yo era débil y pálida con un cuerpo hecho de huesos y poco más, padeciente de multitud de enfermedades, la rara del barrio. El era apuesto alto y robusto, de piel morena y pelo largo, el típico deportista popular que siempre está activo, no como cierta rata de biblioteca. Aunque si buscabas en el diccionario la palabra antónimo, salían nuestras fotos, él era mi novio.
Estuvimos un rato hablando, el me había traído un ramo de flores que había traído de la montaña, decía que era para notar la fresca brisa del exterior. Y aunque éstas me recordaban mi desdichada vida, alumbraban mi corazón con la imagen de mi ser querido. El venía sudado de una competición de BTT, con su típica sonrisa que elevaba mi alma a la felicidad y que era mi elixir de vida, su presencia, mi auténtica medicina. El me pidió apresurado que lo acompañara a un lugar que quería mostrarme.  Yo le impuse antes que borrara el rastro de su latente olor a sudor. El acepto con su típica sonrisa.
Después de recuperar su fresco aroma me cogió en sus brazos y se me llevó, dejando a medio escribir la nota para mi madre. Me bajó como a una princesa por los escalones de mi triste apartamento y me subió a su coche caro. Otra ironía se encantaba en nuestra relación, la de un rico príncipe y una pobre plebeya. La de un hombre libre y una mujer prisionera. Nada más podía hacer que contemplar su bello rostro al conducir por las calles lluviosas de la ciudad, llena de paraguas de colores, como luces en un cielo nocturno.
Paramos quince minutos más tarde en las ruinas de una fábrica abandonada en las afueras de esa ciudad.  La triste lluvia borraba el rastro de los espectros del pasado que ocultaba ese lugar. El me abrió la puerta sujetándome un paraguas. Él no llevaba ninguno, le gustaba la sensación de libertad que producía el tacto de las gotas de agua. Me llevó por las galerías de ese laberinto de paredes derrumbadas hasta llegar a una pequeña cueva que provocaban los muros derrumbados. Se internó en ella, señalando que me quedara allí, segundos después reapareció con dos crías de jabalí en sus musculados brazos, eran pequeñas y tenían  un angelical e inocente rostro, su hermoso pelaje lucía brillante bajo las gotas del agua, mientras ellos se acurrucaban al calor del muchacho, acaricié su áspero pelaje bajo ese triste manto que era mi felicidad. A partir de ese momento todo fue muy rápido una descomunal bestia embistió la imagen de mi amante borrando en mi la felicidad de los días sin sol dejándome con un vacio infinito cual los giros de un ventilador. La cabeza del muchacho impactó con el duro hormigón creando un triste lago escarlata que se diluía con el agua, la madre de esas dos crías, miró fijamente mis ojos de terror, soledad y desesperación, no sé lo que vio en ellos, seguramente a un débil y moribundo animal, ya que cogió a sus dos crías y se internó en la lejanía del bosque. Dos días pasaron antes de encontrar mí deshidratado cuerpo que por desgracia mía consiguieron  salvar. Pero mis ojos nunca olvidaron esa ironía que se sumaba a una delicada colección. El más enérgico y fuerte cruzó el umbral y el más débil y triste se quedó en la soledad de la vida. Una soledad peor que cualquier muerte.
Algunas veces creemos que la muerte es algo lejano, que estamos a salvo, que nuestras almas no serán usurpadas por la guadaña del guardián. Pero a veces,  el destino, está más cerca de lo que creemos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Las dudas jamas resueltas

Las dudas jamás resueltas
Desperté en un frio suelo muy diferente a la ardiente sensación que aún retumbaba en mi mente. Me senté en un banco y me puse las manos en la cabeza. Tenía que aclarar mis ideas, estaba en una habitación toda blanca como la de los manicomios, con las paredes acojinadas. Mi mente estaba borrosa, solo temblores recorrían mi cuerpo al intentar recordar. Toda había sido muy rápido ¡Anee!, donde estaba su novia Anee; solo podía recordar su rostro llorando entre el humo, algo había sucedido, pero el que había estado en el lugar de los hechos no sabía nada. Entonces se abrió una puerta, había una mujer vestida de blanco con un chisme de esos eléctricos, yo resté inmóvil en el banco, temeroso a ese palo que soltaba chispas. La mujer llevaba un carro con comida con un diario encima.
- Aquí tiene su comida Sr. Smith, debe de estar hambriento después de estar inconsciente. Debe tener muchas preguntas, así que le dejo un diario aquí…… ah! y una cosa más, por favor, no tenga una conducta violenta o estaremos obligados a no poder darle su libertad. – Dijo la chica con una voz seductora.
- ¿Pero dónde está Anee?, y… ¿Cómo sabe mi nombre?- le repliqué.
- Ya le he dicho que el diario responderá todas sus preguntas. – Después de decir esto se retiró con pasos elegantes y me dejó solo con mis dudas y mis preguntas. No me atrevía a descubrir la verdad. Miraba de reojo ese carro sin acabar de verlo claro, algo me decía que no me fiara de él, así que estuve varias horas pensándomelo, hasta que mis tripas decidieron por mi. Me acerqué al carro y empecé a morder el pan. Leí el titular de la portada, decía: <<Una brecha se abre en Manhattan>> en la foto aparecía una imagen de Manhattan partido en dos con humo saliendo de la brecha. Todo se difuminaba en ese espeso humo, ¿cuál era el secreto que escondía ese humo? Giré la página y empecé a leer la noticia:


Una brecha se abre en Manhattan
Este lunes 13  Manhattan se ha partido en dos bajo una misteriosa capa de humo, miles de personas han desaparecido sin dejar rastro.
Este lunes 13 a las 11pm, la ciudad de Nueva York ha sufrido unos temblores, 5 minutos después de estos temblores, Manhattan ha empezado a dividirse en dos bajo circunstancias misteriosas. Mientras unos apuntan a que este hecho ha sido acto de alienígenas, los científicos de todo el mundo intentan descubrir porque no fueron detectados esos temblores. Algunos dicen que no puede haber sido más que un fallo técnico mientras otros buscan una solución al problema.
 La ciudad entera ha quedado sin suministro eléctrico y varios edificios han caído, el caos se respira en la gran ciudad. Manhattan, ha sido acordonada por los militares y por lo que se sabe aún nadie ha salido de la zona. Los militares guardan silencio en relación a la situación. Pero varias hipótesis apuntan a que el gobierno esconde algo y todos los testimonios de ese fenómeno han sido sitiados en el territorio. Aunque muchos afirman haber visto caer algo des del cielo, la gran mayoría desmiente este hecho. El presidente se mantiene firme diciendo que se está investigando la zona, pero que es peligroso acercarse, debido a que es muy posible que la zona esté muy contaminada. Al preguntarle por los supervivientes él ha contestado con un prolongado silencio seguido de unas breves palabras sobre el restablecimiento de la luz en la ciudad. El presidente ha anunciado que se deben respetar los perímetros  de seguridad, aunque miles de curiosos han transitado por la zona para ver si podían descubrir algo, con infructuosos resultados. Aún no se sabe cuánto puede ser el coste de los edificios destruidos en Manhattan, pero se calcula que las cifras pueden llegar a los centenares de millones. La información es muy escasa; hemos podido establecer contactor con un testimonio que lo presenció todo des de uno de los puentes. Aquí su entrevista:
¿Qué estaba haciendo usted en el momento de los temblores?
Yo estaba en mi taxi, yendo hacia un hotel, cuando empezaron los temblores, todo el mundo intentaba salir del puente, pero a ií se me caló el coche, así que me quedé allí en medio sin hacer nada. Pero por suerte no cayó el puente.
Que es lo que vio, había algo en el cielo?
Bueno yo vi como un avión o algo, no creo en los aliens, así que yo defiendo  que era un avión que se le cayó una bomba, ya que después se hoyó un gran estallido y empezó a llenarse la zona de humo.
¿Cómo salió del puente?
Bueno, yo estaba alucinado, así que no se cuanto tiempo pasó, pero poco después aparecieron los militares y empezaron a acordonar la zona. Cuando me vieron me dijeron que me fuese, y como no podía, me acompañaron.
¿Recibió un buen trato de los militares?
Bueno, en realidad estaban muy serios y de bastante mala hostia, pero me acompañaron y todo, no me forzaron ni nada.
¿Qué fue lo primero que hizo cuando llegó a casa?
Pues colgar un video que había hecho con el móvil en mi facebook
Muy bien gracias por sus palabras

La verdad es que esta noticia no aclaraba mis dudas, si no que me planteaba mas dudas aún. Después de comer y dormir noté que hacía mucho calor así que me quité la camiseta para descubrir unas quemaduras que formaban un extraño signo como si me hubieran tatuado el cuerpo a base de quemaduras. Ese y todos los demás misterios quedaron en el pasado mientras me invadía la locura en un lugar desconocido del que no podía escapar, así que todos los misterios que rondaban por mi cabeza, desaparecieron con la muerte.

Dejando una vida normal

Dejando una vida normal
Hola, mi nombre es Mike, hace tres años me regalaron este diario, y bien yo pensé <<¡¡¡que mierda de regalo!!!>> Ahora pienso que es el mejor regalo del mundo. Estas son mis primeras páginas, así que no se cómo empezar, pero eso si, es muy posible que también sean las últimas, en ese caso de aquí unos días aparecerá un inspector de policía leerá esto y lo considerará una nota de suicido, en el caso de que siga escribiendo, será un recuerdo en papel. Bien supongo que debería empezar por el principio, pero, no sé donde se encuentra. Así que haré una breve introducción. Muy bien, pues empiezo: yo nací en un hospital normal, tuve un parto normal i fui a una escuela normal, sacaba notas normales y tenía amigos normales, toda mi vida era normal, hasta que hace dos meses apareció ella. Des del día en que la salvé de ser atropellada por un camión mientras escuchaba música, todo dejo de ser normal. Porque salvar a una chica de ser atropellada no es algo “normal” que digamos. Ella no era normal, después de salvarla me invitó a un café y me dio las gracias.  Ese día me enamoré de ella, ese día nos hicimos amigos. Así que fuimos quedando, una y otra vez “en el bar en donde el camión” me decía ella. La verdad es que no es muy normal quedar frente al lugar donde te has saludado con la muerte, pero ella era así. Su vida no era para nada normal y aburrida como la mía, siempre había estado de aquí para allá dejando trocitos de ella repartidos por el mundo, yo no quería que se marchara, si lo hacia la triste y aburrida monotonía volvería a mí. Bueno ella era genial siempre estaba explicándome cosas que le habían pasado con esa sonrisa radiante. En cambio yo no sabía nunca que explicar ni siquiera me había roto un brazo o una pierna para poder decirle. En cambio ella por ejemplo: una vez entró en un furgón de magdalenas para darse un festín, debía tener unos seis años. Y resulta que se quedó dormida, el furgón se fue muy lejos a las montañas. Cuando despertó estaba en los Alpes suizos, y eso que se había dormido en Lyon, Francia. Cuando bajó del camión no entendía a nadie y no sabía qué hacer. Así que por intuición se coló en el maletero de un Autobús que la llevó de vuelta a Lyon.  Lo mejor es que estuvo 20h fuera y nadie se dio cuenta de su pequeña excursión. Pero la historia no se acaba aquí, lo mejor es que el siguiente fin de semana fueron a esquiar al mismo pueblo en el que había bajado del camión. Ella siempre me explicaba historias como esas y siempre se reía. A mí me gustaba mucho estar con ella, pero al mismo tiempo estaba incómodo y temeroso por si me decía << ¿I a ti que te ha pasado? >> Que le diría ¿que un día me tropecé con los cordones por el pasillo del colegio?  No tenía nada que explicar. Un mes después de ir quedando en ese bar. Me pidió para salir, si me lo pidió ella, ella me había explicado su fascinante vida, en cambio yo casi ni le había hablado. Hola, que tal, adiós, si, no, esas eran las palabras que ella había escuchado de mis labios, pero sin embargo me había pedido para salir. A partir de ese día mi vida dejó de ser normal. Íbamos a bañarnos en invierno  nos quedábamos en los baños del centro comercial y nos esperábamos a que cerrasen para pasear por las galerías oscuras y solitarias llenas de productos, dormimos en árboles, nos vestimos de policía y mil cosas más. Cada segundo con ella era mejor que mil años luz de adrenalina. Todo iba bien y siempre estábamos juntos, yo solo temía que del mismo modo que había entrado en mi vida volviera a salir de ella.  Llevábamos una vida completamente anormal, y como vida anormal que era no podía continuar de ese modo mucho tiempo más. Un día no se presentó en el bar. No contestaba a mis llamadas, ni al timbre de su puerta. Mi vida se volvió aburrida otra vez, la necesitaba como el aire a los molinos. Así que busque su nombre, por internet en el registro civil y en todas las embajadas, pero no aparecía por ningún lugar. Así que abandoné mi trabajo normal para entrar en el cuerpo de policía y encontrar su paradero. No me costó mucho, a los dos días de trabajo, un compañero me habló sobre unos contrabandistas que habían estado por allí recientemente. Yo me interesé por la noticia, no se, fue intuición.  En cuanto me enseñaron las fotos de los miembros de la familia de contrabandistas, la vi, era la hija del jefe, ahora todo encajaba. Ahora ya entendía porque la chica de mis sueños tenía su tan deseada vida anormal. No podía dejar de quererla, y cuanto más pasaban los días más la echaba en falta. Así que empecé a investigar los lugares donde había estado. Pero nada me daba un indicio de donde podía encontrarse. Dos meses después me pusieron al cargo del caso debido a mi empeño y mi gran éxito, ningún agente había ascendido tan rápidamente en el cuerpo. Cada jueves por la tarde me dejaba caer” en donde el camión” para recordarla. Y un jueves de esos recordé un comentario. Un comentario muy importante. <<El próximo lugar donde me vaya será Egipto, siempre he querido ver las pirámides>> ¡Ya lo tenía! Me dirigí apresuradamente al cuartel e informe de la situación del paradero de los contrabandistas.  Después de pedir un traslado para ocuparme personalmente del caso viaje a Egipto.  En Egipto encontré indicios de la presencia de la banda, pero ninguna pista me llevaba a ellos, detuve setenta implicados, pero no llegaba al jefe. Entonces volví a recordar esas palabras<< El próximo lugar donde me vaya será Egipto, siempre he querido ver las pirámides>> Las pirámides ya lo tenía. Fui a las pirámides,  me encontré una cerrada por ”restauración”, pasé por debajo de la cinta que prohibía el paso, y me adentré en los túneles. Dentro encontré un cargamento de lo que parecía ser heroína y otras drogas. Llamé a la policía para que viniese, pero no tenía tiempo para quedarme allí. En las bolsas donde estaba guardada la droga ponía el nombre de un hotel, ese hotel al que me dirijo,  no sé si volveré con vida de él, pero el amor hace locuras, como he dicho al principio este diario posiblemente será encontrado por un inspector de policía, además será egipcio. Bueno ya lo he dicho todo, ahora me dirija donde me dirija ya estoy tranquilo.

Buscando la Paz

Buscando la Paz
Los cascos de caballos hacían temblar el suelo, el miedo se acercaba hacia el pueblo mientras los aldeanos se refugiaban en sus casas, los valientes se plantaban en la plaza del pueblo con la esperanza de lograr derrotar a las decenas de jinetes que se aproximaban en la penumbra, los gritos de los demonios montados eran cada vez más próximos, el terror acechaba. La luna estaba siniestra aquella noche, iluminaba los hombres que se reunían en la plaza con armas improvisadas, sus rostros pálidos pronto se reunirían con los de sus ancestros. Lo único que podía hacer Helena era contemplar el horror des de su escondite, la sangre pronto tiñó el suelo y las llamas no tardaron en iluminar el cielo a través de los tejados. La chica exprimía la cruz contra su pecho sin obtener respuesta a sus oraciones, dos niños sollozaban en sus faldas llorando a sus madres, en realidad casi no los conocía, pero era lo único que aquella pobre muchacha pudo salvar. Ya no tenía familia, la cabeza de su padre y sus hermanos rodaban por el mugriento suelo mientras su madre era raptada por esos hombres sin rostro y sin alma.  Paralizada por el miedo permaneció en sepulcral silencio toda la noche solo sus plegarias la mantenían en vela. Al salir el sol las llamas empezaron a extinguirse dejando paso a las cenizas, solo los cadáveres permanecían en el suelo. No había quedado nada,  no encontró ningún otro superviviente, tampoco pudo enterrar a los muertos, el peligro aún no había pasado. Ahora dependían de ella dos niños, debía ponerlos a salvo de inmediato, así que después de haber logrado reunir algunas escasas provisiones partieron hacia algún lugar, allí donde los llevara el camino. Pasaron horas  andando por los caminos, solo el cotorreo de los pájaros les mostraba que aún seguían viviendo. De repente, se rompió el hielo.
-¿Perdone señora podríamos descansar y comer algo? – Era la menor de los hermanos que Vanessa había acogido bajo su protección.
- Muy bien bonita ¿cómo te llamas? – Preguntó la chica.
-Su nombre es María, y el mío es Eduardo. –Contestó el hermano mayor, que apenas debía alcanzar los siete años.
- Muy bien, os prometo que dentro de un rato pararemos a comer algo. – Dijo mientras se le empañaban los ojos. El viaje fue largo, por el camino encontraron varias poblaciones arrasadas, Vanessa las esquivaba siempre que podía pero, ero el único lugar donde podía encontrar algún vívere. Dos semanas después, encontraron en el camino a un hombre extraño, iba tapado bajo una vieja capa la cual ocultaba su rostro. El hombre los acompañó en silencio, los niños parecían tenerle miedo, ahora ya la trataban como a una madre, siempre iban arrapados a sus faldas temerosos a que volvieran los jinetes sin alma. Pasaron varios días y el silencio permanecía intacto, sin perturbar. Así que Helena decidió hacer algo para remediar esa situación su escasa experiencia en tratar con hombres le hizo dudar unos instantes.
- Perdone señor sus ropas están muy sucias, yo podría remendarlas si me diese su permiso.
El hombre permaneció en silencio después de esas palabras, hasta llegar a una pequeña charca donde pararon a reposar.
- Ahora señorita, si aún sigue su oferta en pie, ¿le importaría lavar mis ropas? - Su voz era áspera pero joven, el hombre se sacó la vieja capa y se la entregó. Bajo aquella vieja capa lucía un hombre de pelo castaño y larga cabellera. Sus ojos azules le mostraban el dolor que había sufrido, el hombre se quitó también el resto de los ropajes y se zambulló el la pequeña charca, su cuerpo era musculado y cubierto de cicatrices, seguramente habría participado en alguna guerra. Helena lavó sus ropas y las dejó a secar el hombre salió del agua cubriendo su cuerpo con un manto esperando a que sus ropas se secaran. Esa noche misma encendieron una hoguera para asar a un conejo que el hombre había cazado. El viajero vio el fuego reflejado en las lágrimas de la chica. Los dos niños dormían tumbados sobre sus faldas.
- Perdone señorita, ¿Le importaría decirme de donde viene y a dónde se dirige? – Dijo el hombre mordiendo el muslo del conejo.
- Vengo de un lugar que ya no existe y me dirijo a paradero desconocido para poner a salvo a estos dos niños huérfanos. – Dijo  la chica con la mirada serena.
- Perdone mi grosería al no haberme presentado hasta ahora, no había encontrado el momento. Mi nombre es Héctor,  vengo de un lugar que por desgracia si existe y me dirijo a un lugar del cual empiezo a dudar.
- Mi nombre es Helena, tengo 16 años. – Dijo dudando la chica, entonces hubo un silencio de unos cuantos minutos antes de que el caballero volviera a hablar.
- Veo en sus ojos un abismo de tristeza, déjeme contarle una historia que aliviara su mente y que me contó un viejo amigo. Esta historia cuenta la historia del lugar hacia donde me dirijo. Según cuenta la historia hay un lugar donde solo los bondadosos y puros de corazón pueden entrar, un inmenso castillo que nadie ha conseguido conquistar, dicen que ese lugar está cubierto de rosas, y que es gobernado por un señor que no pide a sus vasallos que paguen la tierra que cultivan. Ese señor trata de igual a todos e incluso se relaciona con los campesinos, el no acepta regalos ni dinero, él come lo que logra cultivar, igual que todos, el  posee una enorme fortuna pero él la gasta para hacer mas cómoda la vida de sus vasallos. Según dicen en su reino no hay lugar para el hambre y la guerra, solo para el bien y la prosperidad, la abundancia aflora en sus campos y todo el mundo aprende a leer y escribir. Según dicen su señor era antes un vagabundo que mendigaba por las calles y contaba historias de paz , también dicen que fue él quien venció al antiguo señor y lo hechó de sus tierras, dicen que tuvo que enfrentarse a todo un ejército y que ese ejército fue vencido por sus palabras de paz, por sus promesas, ahora ya cumplidas. También cuentan que fue el mismo señor de  estas tierras el que venció al terrible dragón que custodiaba el castillo de Strungs y que se marchó de allí sin recibir recompensa alguna, rechazando así riquezas y poder además de la mano de la bella  princesa que el dragón tenía bajo su custodia.  Este es el lugar que yo ando buscando un lugar del cual  empiezo a dudar la existencia. Ahora Helena os invito a vos y estos dos niños a buscar este lugar de ensueño, solo me queda esperar a vuestra respuesta. – Las lágrimas de la chica habían cesado, ahora solo la esperanza se reflejaba en sus ojos, hubo un prolongado silencio antes de que Héctor pudiera obtener su esperada respuesta.
-Cuando estos niños despierten quiero que vos les contéis la historia de este gran señor y de sus tierras doradas para que así puedan saber el lugar hacia donde nos dirigimos. – Héctor y Helena jamás encontraron la tierra prometida per vivieron felices buscándola junto a María y Eduardo.
Según dice la leyenda  un chico llamado Eduardo que había crecido con cuentos de paz puso fin a las guerras que agitaban el mundo, pero eso, solo es algo que dicen.

Maruku

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cita en Sibuya

Cita en Shibuya

Estaba frente a un restaurante italiano en una callejuela a  la derecha de las grandes pantallas de Shibuya, hacía mucho frio, todo el mundo iba con varias capas de abrigo, no obstante los miles de jovencitas que desfilaban por esa calle de luces me tentaban con sus faldas peligrosamente cortas. Hacía una hora que esperaba y tenía mucho sueño, acababa de llegar al país y ya me encontraba esperando frente a nuestro restaurante, la fatiga bombardeaba mis párpados, pero el frio impedía al sueño llegar a mí. Una jovencita vestida de sirvienta se me acercó, hablándome sobre el folleto de propaganda que me ofrecía con enérgica insistencia, no era una chica muy atractiva, tenía los dientes amarillos y una cara no demasiado bonita. Casi me daba pena rechazar su invitación, quizás en otras circunstancias…
- Sorry, I only speak English- Dije con una voz lo más convincente posible, al parecer la chica quedó convencida de que era extranjero, porque me dejó en un instante a la busca de nuevas presas, seguramente trabajaba en un café de sirvientas, debía ser el único trabajo que había podido encontrar, pobre.                                                                                                                        Ese ambiente cargado de juventud paseando arriba y abajo bajo las luces de neón en una zona comercial llena de televisiones gigantes que hacían propaganda de las bandas de música del momento  era demasiado para mí, eso varios años atrás me había fascinado, pero ahora… Después de un rato de pensarlo me decidí a entrar, no había cambiado nada, seguía igual que la última vez, incluso la atractiva camarera seguía siendo la misma. Nuestra mesa estaba ocupada así que me senté en la de la esquina, era un restaurante muy pequeño, pero agradable, no tenía hambre, pero era la hora de cenar y si quería quedarme unos cuantos días en el país tendría que comer a la hora que tocaba. La camarera se me acercó y me soltó una sonrisa burlona ¿quizás se acordaba de mi? Como no tenía nada más que hacer decidí jugar un poco con ella, su inglés había mejorado ahora era comprensible, le pedí un plato de espaguetis y cuando ya se iba hacia la cocina le dije:
- Sorry! One moment plis. – Ella se detuvo y sonrió, después se giró e intentó disimular mientras se acercaba a mí con pasos de cisne.
- Hi? – Dijo ella con ese acento infantil típico de las jóvenes. Entonces la miré fijamente a los ojos, sus mejillas enrojecieron, le cogí la mano, estaba temblando,  me incorporé dejando mis ojos a la altura de los suyos, ella se tapó la boca con la mano intentando ocultar una sonrisa tímida que se propagaba en el aire, ella miró hacia abajo y volvió a alzar los ojos, yo continuaba mirándola, entonces acerqué mi mano a su rostro y acariciando sus mejillas le recogí el pelo, estaba quieta como una estatua, todo el restaurante estaba observando, entonces empecé a acercar mi rostro al suyo, lentamente sin dejar de mirar sus ojos castaños y le susurré al oído.
- Nana…-Era su nombre, lo había oído gritar al cocinero la última vez que vine. Después de esto me senté en la silla y dejé que se fuera corriendo con paso alegre y apresurado hacia la cocina, estaba en mis manos. Después volvió a salir sin dejar de mirarme y se dirigió con prisas hacia mi mesa especial, nuestra mesa especial, allí empezó a hablar rápidamente con las chicas de la mesa soltando chillidos de vez en cuanto, yo no entendía nada, pero era evidente que hablaban de mi, esa reacción era tan linda, una de las cosas que más me gustan de las jóvenes de este país. Unos minutos después un señor grande salió de la cocina y la llamó, ella con paso apresurado acudió a la llamada no sin antes acotar la cabeza como disculpa ante el que debía ser el dueño del restaurante. Las chicas de la mesa no paraban de mirarme y sacar fotos con sus móviles de última generación, debían ser sus amigas. Segundos después salió con mi plato de espaguetis, no tenía mucha hambre, pero el juego parecía entretenido. En ese momento ya sabía dónde me despertaría la mañana siguiente. A las doce empezaban a cerrar, el último metro salía a la una y todos los negocios cerraban un poco antes. Yo seguía sentado en la misma mesa, al final ella no había aparecido. La camarera se me acercó y acotó la cabeza como saludo. Ya no llevaba el uniforme de trabajo, lástima, le quedaba muy bien. Entonces se fue corriendo hacia la puerta  y deslizando su dedo por el cristal con sensualidad me indicó que la siguiera. Yo me incorporé y la seguí.
A la mañana siguiente desperté en un “hotel de amor” abrazando a esa chica, me vestí y tras mirarla por última vez le dejé en la cama un regalo que había comprado por si acaso se daba esa situación, era un peluche, a la jóvenes de allí les encantan este tipo de cosas. También le dejé una nota, nada del otro mundo, solo algo romántico para darle algo de qué hablar con sus amigas. Encendí mi blackberry, tenía un mensaje de ella, decía: <te espero en la torre>. Bajé a recepción y pagué la habitación, era la más cara.
Me gustaba el metro de esa ciudad, era limpio, impoluto y sobretodo silencioso, no se oía ni un murmuro, la gente estaba escuchando música, leyendo, mirando el móvil o durmiendo y si alguien hablaba lo hacía tan flojo que estando al lado no lo podías oír. Después de hacer varios transbordos bajé en la estación que estaba más cerca de la torre, tuve que caminar un poco, pero era agradable ver esa silenciosa ciudad por la mañana, cuando llegué a la torre no había nadie, solo el susurro del viento, conociéndola me estaba esperando arriba. La entrada a la torre estaba cerrada, así que forcé la cerradura y entré. Cuando llegué a arriba ella estaba leyendo.
- Tú casa esta a 80km de la mía y tenemos que quedar en este país remoto, valla cita, ¿no te parece más romántico París? – Dije yo con voz seductora mientras le cogía el libro de las manos.
- Sabes que esta ciudad es mejor, además esto no es una cita, estamos en el trabajo.- Dijo ella secamente.
-Trabajo, trabajo, trabajo, que aburrida eres, encajas muy bien en esta ciudad.
-Sabes que eso es un alago para mí. Y no intentes ligar con migo porque te dispararé.
- Ui que peligroso.- Dije con voz irónica. – ¿Tu no dispararías a tu compañero de trabajo, verdad? – Murmuré mientras me acercaba a ella lentamente.
- Gilipollas, sabes que si quiero te vuelo la cabeza. Pero necesito tu cabeza para este trabajo, quizás te vuele otra cosa. – Dijo con tono amenazador.
- Eres muy sexy cuando hablas así, ¿lo sabes? – Ella se giró con un gesto que indicaba que había logrado irritarla.
- Me lo dices siempre. –Entonces la abracé por la espalda. – ¿Te he dicho alguna vez que eres un pesado? Acéptalo, no me interesas.
- Eso es lo que dices siempre, pero acabas entre mis brazos. – Entonces la miré a los ojos y le cogí el mentón, sus ojos eran amenazadores y desafiantes, era la mujer perfecta.
-Si me besas te voy a disparar en la pierna.
- Me parece un precio muy barato para conseguir tus labios. – Entonces la besé, fue un beso apasionado, ella soltó la pistola y se dejó besar. Acto seguido me soltó una bofetada.
-Te he dicho que no me besaras. – Entonces ella me besó a mí. Fue un beso largo, muy largo.
- Daría mi vida por un beso de estos. – Le susurré mirándola a los ojos.
- Eres malo, siempre atrapas mi corazón indefenso.
- Tú siempre te dejas atrapar. – Entonces ella se agachó a recoger la pistola y me disparó en el pecho.
- ¡Comete esa, cabrón!
- ¿Solo una cosa, que harás cuando me olvide de ponerme la armilla antibalas?- Dije con el pecho entumecido por el impacto.
- ¡Cállate, eso nunca pasará! Bien empezaré con los detalles de la misión.
- Siempre el trabajo, no te apetece disfrutar un poco, al fin y al cabo esta torre se parece a la torre Eiffel. – Dije mientras encendía un cigarrillo.
- Después tendremos tiempo para eso.
- Después querrás ir a Akihabara, sabes que no me gusta.
- Pues te aguantas, muy bien tenemos que recuperar unas drogas que han robado los Yakuzas.
- ¿Tenemos permiso para matar?- Dije mientras comprobaba la munición de mi revolver.
- Sí. – Dijo fríamente.
- No me mates por favor. – Le dije con tono irónico para mosquearla un poco.
- Ya te ha dicho que te necesito… necesito tu amor. – Susurró un poco avergonzada.
- ¿Qué has dicho?
- ¡Nada!
- Tan orgullosa como siempre… ¿esos Yakutas también hablan raro o les puedo entender?
- Es Yakuzas, y no hablan raro solo es otra lengua. – Replicó mientras encendía el portátil.
- Para mí si no es español es raro. – Dije dándole un beso en la mejilla.
- ¡Porque eres subnormal!  Vamos, a trabajar– Dijo enfadada por mi comentario.
- Es muy temprano para disparar. – No tuve más remedio que hacerle caso, al fin y al cabo era mi jefe, me mostró los detalles de la misión  y el plan de ataque, los Yakuza se encontraban en un almacén abandonado en una zona industrial. Sigilosamente nos acercamos al edificio, pero la mercancía estaba custodiada por varios guardias.
- he oye, esos tienen un peinado muy raro.- Dije en tono bromista.
- Cállate estamos en una misión.- entonces con gestos me indicó que subiera arriba, donde había el despacho del jefe. Yo sigilosamente subí las escaleras sin ser visto y con la pistola en la mano entré en el despacho apuntando al jefe. Entonces este dijo algo y dos hombres con catanas me atacaron, a uno le disparé en la cabeza y al otro después de esquivarme su ataque lo tumbé al suelo de una patada y le disparé en el hombro, después lo rematé.
- ¿Y vosotros sois mafiosos? Tenéis muy mal gusto para vestir. – El jefe dijo algo ininteligible y acto seguido se quitó la camisa.
- Entiendo, acepto el desafío.- Entonces me quité la camiseta y el chaleco antibalas. El me atacó con una patada yo la detuve y le di un puñetazo en la nariz, entonces este aprovechó que tenía el puño alzado y me soltó una patada en el estomago que me proyectó contra la puerta, esta se rompió, cuando me iba a levantar el jefe me dio una patada en la cara, entonces yo le di una patada en los testículos, el después de hacer un mueca sacó una navaja de su bolsillo, entonces yo saqué una pistola y le disparé en el corazón. Se oían disparos, había empezado el tiroteo, miré a mi alrededor apoyado en la pared había algo que me servía. Lo cogí y salí gritando por la puerta que daba al interior del almacén.
- ¡Tomad hijos de puta!- Entonces disparé con el bazuca que tenía en mis manos.
- ¡¿Pero qué haces gilipollas?! – Gritó ella desde un rincón.
- ¿Qué pasa? me los he cargado a todos, creo. – Dije yo en una pose heroica.
- Eso da igual, ¿por qué vas sin camiseta?- Me preguntó mientras se acercaba a los guardias
- Me hago el héroe cariño, ¿no te parece sexy?
- Un día de estos me matarás del susto. – Dijo ella comprobando que no quedasen supervivientes.
- Esto ha sido muy fácil, cada día las misiones son peores.- Entonces me fui a recuperar mi ropa, había alguien gritando detrás de una puerta de la que no me había percatado, debía ser alguien secuestrado, seguramente los disparos le habían alertado. Me vestí cogí la pistola y abrí la puerta con cuidado. Esa chica, cuando me vio calló de golpe, era la misma chica con la que me había acostado solo hacia unas horas, entonces se echó sobre mí abrazándome y diciendo cosas “raras”.
- ¡Joder!- Dije del todo sorprendido. Le solté las amarras y le pregunté si estaba bien, seguramente la habían asaltado al salir del hotel de amor. Le pregunté si estaba bien, ella me dijo que sí, estaba muy asustada y se arrimaba a mi todo el tiempo. Después de darle la ropa de uno de los guardias, ya que estaba desnuda, le dije que me siguiera, ella iba apegada a mí como si estuviéramos enganchados con pegamento.
- ¿Quien es esta?- Dijo Anee, mi compañera.
- Me la he encontrado atada en el despacho del jefe, ¿qué hacemos con ella?
- No se decide tu, parece que te ha cogido afecto. – Dijo con un tono un tanto celoso.
- Es que ya nos conocíamos.
- ¡¿Qué?! – Dijo haciendo una mueca.
- Es la camarera de ese restaurante de Shibuia al que fuimos la última vez que vinimos aquí. – Le expliqué abrazando a Nana.
- No creo que se acuerde de eso. – Dijo ella reaccionando de manera celosa al ver que la abrazaba.
- Es que me la he tirado esta noche.- Dije con total normalidad.
- ¡Serás jilipollas, cabrón! – Gritó, lo había logrado, la había hecho enfadar.
- He tranquila, lo hice para divertirme, a mi solo me gustas tú, cariño. – Le dije con un toque provocativo.
- Haz lo que te dé la gana, es tu vida, además no estamos saliendo ni nada. – Dijo ella girándose de espaldas.
- Bueno si tú lo dices, después no te quejes, tú misma has dicho que no te importa lo que yo haga. – Entonces la besé, bese a esa camarera, Anee se puso roja y muy celosa.
- Eres muy malo ¿Sabías? Siempre te aprovechas de mi.- Dijo ella un poco enfadada.
- Continuamente- dije con una sonrisa.- Bueno rescatar a prisioneros no es nuestro trabajo, pero la podemos dejar en la embajada, además tengo su número.- Dije enseñándole un papelito en blanco.
- ¡Haz lo que quieras, baka!- Dijo mientras se marchaba a por el camión.
- No te preocupes tendrás tu cita en Akihabara, te quiero cariño. -  Le dije con un tono provocativo, ella no me contestó. Cogimos las drogas y las llevamos al punto de intercambio, después de la misión teníamos una semana libre para movernos por el país, dejé a Nana en la embajada y me despedí de ella, ella lloró mucho, creo que se había enamorado de mi, no me volvería a ver, jamás. Después de eso tuve la prometida cita en Akihabara, hicimos un poco de turismo por el país, Anee estaba muy contenta, al fin y al cabo era su país preferido, yo no podía dejar de mirarla, era tan hermosa, tan atractiva, era sexy, a veces infantil y fácil de provocar, se hacía la dura pero en realidad tenía un gran corazón, era muy celosa y se mosqueaba fácilmente, cuando se enfadaba sus mejillas se tornaban rojas, pero solo hacía falta una mirada para hacerla caer en mis brazos. Era la mujer perfecta.

Amor de estrellas

Amor de Estrellas
El cielo, oscuro, lo invade todo, pero manchado por una luz incandescente que quema a miles de años luz. Yo contemplo este cielo maravillado, pero la auténtica maravilla, la que mis ojos temen mirar por miedo a quemarse, la que me da calor sin dañarme, la que me entrega su cuerpo en la solitud de la noche, es ella. En este momento nada supera su hermosura. Temeroso contemplo su dulce rostro apoyado sobre mis hombros, nada más puedo hacer que acariciar su piel. Deseo que esta noche dure para siempre, pero también deseo con todas mis fuerzas, conocer su final.

sábado, 5 de febrero de 2011

Nice Blood

Nice Blood

Era Viernes, un viernes como todos los viernes, aburrido,  monótono,  una clase tras otra esperando sonar el timbre para empezar la siguiente, y así sucesivamente hasta lograr salir a la libertad. Deambulando en una espera infinita perdido en la posibilidad de un acontecimiento que atrajera mi atención. O al menos parecía un día así.
De repente y sin avisar sucedió lo que había estado esperando, una sombra  deslumbrante entró en el aula, no recuerdo ya que clase era ni siquiera recuerdo quien estaba dentro, solo estaba “ella”.  Pálida, piel fina, cual la harina; largo pelo sedoso, oscuro, nocturno; labios escarlata, provocativos, hipnotizantes, lujuriosos; y, y unos ojos entrecerrados, extrañamente luminosos a pesar de ser completamente negros, desprendían, una extraña aura de misterio que invadía todo a su alrededor, como si incitasen a acercarme a ella y hacerse su esclavo. Su pelo era largo y liso, negro, destacaba sobre su camisa blanca, pura e inocente, además vestía una minifalda rayada muy provocativa, tanto que estando sentado se podía entrever su interior, cuando ella entró en la clase todo el mundo se quedó quieto embobado, admirando esa bella y extraña figura, al profesor que estaba explicando la lección se le cayó el libro al suelo y se quedó admirándola con cara de sapo
- ¿Qué no me presenta?- Dijo la chica con una voz dulce e hipnótica.
- OH, si, perdone, hum chicos, ésta es la nueva estudiante de intercambio, viene de Rumania, espero que la tratéis bien, señorita hace tard…
- Me perdonará por ser yo verdad, me he encontrado a un cachorro y tenía que dejarlo a buen recaudo, no podía dejarlo abandonado en la calle.- Le interrumpió la chica pasándose la lengua por los labios en un gesto provocativo
- Hum, claro por ser usted se lo perdono, por favor tome asiento. – Dijo el profesor con una cara de embobado.
- Estoy muy cansada del viaje des de Rumania, necesito una silla bien cómoda, profesor que le parece si solo por hoy me deja sentarme en su sitio.
- Claro, solo por hoy puedes hacerlo.- Dijo el profesor, y se quedó embobado mirándola.
- Pero se puede saber que hace profesor, esto está mal debe continuar la clase. – Dijo una chica de la clase en un ataque de celosía al ver que todos estaban encantados observando a la recién llegada.
- ¡No me gustan las chicas!- exclamó ella.
- Sí claro, lo comprendo, son muy molestas, por favor chicas podéis iros.
- Pero profesor se puede saber que está haciendo.
- ¡Se acabó, como os atrevéis a incordiar, quedáis expulsadas una semana a partir de ya, y como rechistéis el castigo será doble! – Les gritó el profesor, después de eso las chicas se fueron sin decir nada, su intuición les avisaba del peligro que corrían.
- Muy bien, no me gustan las chicas, siempre lo echan todo a perder, ahora podéis contemplarme tanto como queráis, sois libres para ser mis esclavos.- Y entonces se sentó allí viendo como la observábamos, y así pasaron las horas, hasta que sonó el timbre. Y entonces lanzando un beso al aire se retiró con un paso elegante, cuando despertamos de nuestro trance, estábamos todos tumbados en el suelo observando la puerta por donde ella había salido, y así poco a poco fuimos saliendo del aula. Cuando yo salí, la vi, estaba entrando en una casa abandonada que estaba frente a la escuela, entonces tiré la mochila al suelo y me fuí corriendo hacia ella, antes de que yo entrara, vi como dos chicos más se introducían en la casa, debía espabilarme y llegar antes que ellos, subí al segundo piso y la vi, entre la oscuridad de la casa iluminada por la luz de una ventana rota estaba ella, me le acerqué con los ojos llenos de ilusión,  su camisa se había tornado escarlata y de sus labios brotaba un rocío del mismo color, me acerqué a ella y la abracé, ¡era mía! En ese instante justo antes de que unos colmillos afilados perforaran mi piel y una fuente escarlata brotara de mi cuello, pude ver a mi profesor y a todos los chicos de la clase, o más bien lo que quedaba de ellos tirados en una esquina de la habitación, estaba feliz, yo había sido el último. Entonces se me vino una cosa a la cabeza, había quedado con mi novia para ir a comer.

viernes, 4 de febrero de 2011

La historia de mi vida y todo lo que supuso dicha existencia

Esta es la historia de Kingmann un hombre cuya vida, no, mejor dicho cuya muerte cambió la faz de la tierra. Sus padres le pusieron este nombre por el papel que debía desempeñar en su vida. En estos tiempos dos magnos imperios dominaban el gran continente y tras siglos de guerra sin mayor resultado que la estancación total de todo progreso, ya fuera tecnológico, agrario, geográfico, político, militar o cualquier otro. En aquellos tiempos  los hombres y mujeres eran enviados a la guerra con apenas 10 años de edad, hacía siglos que el hambre azotaba todas las regiones y los impuestos  solo hacían que incrementar con la excusa de que con más dinero mas material para ganar la guerra. Los pueblos no eran más que desiertos, ya que en gran mayoría los hombres estaban en el campo de  batalla.  Otra gran parte de la población  eran  los denominados “menores” los cuales eran entrenados para el combate en los campos de reproducción artificial. El resto eran los”mayores”, todo aquel individuo que se viera discapacitado para la batalla era un mayor, estos eran los que pagaban impuestos i producían alimento para los soldados. En ese mundo sin salvación donde los motivos de una guerra sin fines ni fronteras habían sido ya sepultados bajo litros de sangre y arena donde el concepto guerra había sido olvidado ya que nadie había conocido un concepto paz. En ese mundo de pena y dolor yo iba a nacer.
My madre era conocida como Medusa la destroza mentes era una de las mayores psicomagas de toda la historia, capaz de volver loco a un hombre con el simple roze de su letal mirada.  Mi padre, Morgath el Rojo era el más temido de los Magos de combate  de todo el continente, su poder en el arte del fuego solo era equiparable al poder de hielo de Shec el Azul. Estos dos personajes eran los descendientes de sangre de los hombres que según la leyenda iniciaron la guerra por motivos que ya nunca podrán ser revelados, ellos eran los monarcas que comandaban los dos bandos de esa guerra sin fin. Terribles enemigos que se odiaban y se respetaban. Según las creencias de los sabios yo hijo del más grande maestro del fuego y de la más grande maestra del control mental alcanzaría el poder más grande de todos los poderes. Por ese motivo eligieron  Kingman como my nombre, que en el antiguo idioma gravado en lar piedras de la biblioteca de Shadowbok y estudiado por el maestro de los siete cominos significaba  hombre rey o hombre que reina y yo tenía, según mis padres, el destino de ser el hombre que reinara en el mundo. Os preguntareis como la muerte de alguien como yo  podía cambiar la faz de un mundo sin sueños ni esperanza. Pues muy bien os lo contaré.
Para el día de mi nacimiento vinieron magos  y médicos de todo el reino para potenciar my fuerza y poder. Miles de criaturas mágicas rodearon el castillo para ver nacer al gran Kingman, pero cuando mi cabeza se asomó a este mundo miles de hechizos de poder se lanzaron hacia mí, mi cuerpo puro del mal que dominaba el mundo los aceptó todos sin excepción, era un gran poder, toda esta energía fluyendo por mi diminuto cuerpo fue una gran experiencia, pero al mismo tiempo la mas traumática de todas mis experiencias estaba agitando mi cuerpo. Algo faltaba en mi pecho, algo no pasaba por mi garganta.  El cordón umbilical estaba abrazando mi dulce cuello hacia el lecho de muerte, el aire no llegaba a mí, mi cuerpo era un canalizador de energía, ¿pero qué haría mi cuerpo con semejante energía después de su hipotético fin? ¿Quizá estallar? ¡No! MI cuerpo aun unido al de mi madre a través de la guadaña que oprimía mi cuello legó todos mis poderes a mi madre en el momento que mi frágil cuerpo se convirtió en una masa inerte. Cuando todos los poderes pasaron a mi madre se dice que ella gritó de forma tal que las nubes teñidas de un negro carmesí se extirparon en el cielo y dejaron ver por primera vez en mucho tiempo el cielo azul. Los ojos incandescentes de mi madre potenciaron su poder de un modo tal que todos los miembros de la sala cayeron desplomados ante su mirada, solo Morgath aguantó, la mujer incapaz de soportar el dolor que suponía tal poder en un cuerpo como el suyo buscó el apoyo de su marido  y le agarró del hombro para llevarle junto a ella a un mundo sin sufrimiento ni dolor.
Ese dia la monarquía Roja fue extinguida y aunque su ejercito continuaba siendo poderoso  se desmembró en miles de bandas que dieron una victoria rápida a los Azules esa etapa fue nombrada como “la unificación”. Después de eso el mundo aprendió una lección. La paz y la estabilidad volvieron a aflorar y un amor encerrado en el hondo del alma humana fue liberado. Después de eso el Azul se extendió por las  puequeñas islas que havia fuera del continente i durante miles de años reinó la paz en un mundo que solo era el mundo, sin bandos ni equipos si no una sola unidad, el progreso volvió a surgir i cuanto mas progresava el mundo más se olvidaba el nombre de Azul. Así fue como my muerte cambió el mundo, algunos os preguntareis cómo puede un muerto contar una historia. Pues es muy sencillo puesto que  aunque morí mi vida no se terminó.
 Pasados miles de años cuando el concepto paz se había olvidado ya que no se conocía la guerra un gran accidente geográfico cambió el mundo. Esa etapa fue nombrada como “El desmembramiento”. En ese terrible episodio de la historia el gran continente se rompió en siete pedazos, esto devolvió el caos al mundo y borró rastro de cualquier civilización, lo único que quedó fueron unos hombres con el dolor clavado en sus cuerpos. Ese dolor cambió a la humanidad, cada uno de los siete continente siguió una de las enseñanzas del sabio de los siete caminos buscando una paz que habían perdido, pero cuando el contacto volvió a surgir entre los continentes sus diferencias marcadas por las enseñanzas del maestro de los siete caminos provocó unas crueles guerras que se prolongaron miles de años, a esa etapa se la nombró como “la Celeste”. Las diferentes religiones entre continentes no dejaban tiempo para acordar una paz. Así que un oscuro mal se apoderó de ese mundo. Ese mal reinó durante milenios hasta que en uno de los continentes llamado “Atlanta” unos arqueólogos descubrieron en un yacimiento una gran fuente de magia. Tras barias generaciones de investigación los arqueólogos descubrieron my historia y con el fin de llevar su dios y religión a lo más alto iniciaron un ritual de resurrección que requería el sacrificio de cien vidas para el retorno de una.
 Segundos después de ahogarme abrí los ojos  en ese nuevo mundo todo el poder transferido a mi madre había vuelto a mí el conocimiento y dolor de la humanidad recorrió mi cuerpo en una fracción de segundo y tras permanecer jadeando unos instantes me alcé volando a los cielos, ellos habían logrado resucitarme, pero no controlarme.  Yo que solo era un recién nacido poseía el poder más grande jamás alcanzado y el conocimiento de los dos conceptos: la paz i la guerra. Yo había  sentido todos los dolores del mundo y todas las alegrías del mundo. Así que después de alzarme a lo más alto bajé en picado para iniciar lo que fue llamado “la perforación”.  Abrí una brecha tan profunda que atravesé el mundo, después de eso una gran explosión separó el mundo en dos partes. A una de ellas se la llama hoy en día “Luna” y a la otra “Tierra”. Esa perforación supuso un cambio tal que acabó con toda la vida en el tercer planeta del sistema solar. Aunque yo creo que fue para bien.  Una vez finalizada la perforación toda la energía de mi cuerpo se desvaneció y dio lugar a mi segunda y ultima muerte. Después de eso la vida volvió a la tierra criaturas gigantes poblaron el mundo antes de su siguiente destrucción, pero eso ya es otra historia
Escrito por: KIngman el destructor de mundos

La gran huida

La gran huida
Hacía ya tres días que corría pisando las ardientes piedras, ya escarlatas, de la gran llanura. Corría y corría y no podía dejar de hacerlo ya que solo al echar la vista atrás, podía tropezarme y dudaba que me pudiera volver a levantar. En realidad si paraba de correr unos segundos estaba seguro de que mi cuerpo caería al suelo casi inerte. Correr se había vuelto un movimiento automático, la pregunta era cuando se acabaría esa gran llanura inmensa de rocas ardientes. De repente a lo lejos se oyó el gemido de un ave, me habían localizado, intenté correr más rápido, pero mis piernas ya no respondían, en realidad no me podía quejar,  era un milagro  que siguieran avanzando, no veía nada más que tierra roja en el horizonte, la llanura se difuminaba con el cielo , el gran ave se me acercaba, sus gemidos cada vez eran más próximos, la muerte se acercaba extendiendo sus alas hasta mi. De repente un disparo vació el aire, el instante entre que la bala llegó a mi oído e impacto contra el suelo me pareció eterno. El ruido que provocó la bala me sobresaltó e hizo que me tropezara, pero pude recuperar el equilibrio  casi automáticamente. Cuando he dicho que la bala sonó en mis oídos, me refería a que literalmente había sonado en mis oídos, ya que no solo había pasado justo por el lado, si no que me había dejado un agujero en la oreja.  Ya no notaba el dolor, en realidad no me di cuenta de que tenía ese agujero hasta dos semanas después, un roce era lo único que mi celebro había tenido capacidad para captar, giré la cabeza para ver a la bestia que me acechaba, era un Txagal (Txagal :gran lagarto volador) y encima iba montado su jinete, un cazador Txubali (Gran tribu de guerreros de piel negra), el cazador lucía un rifle que apuntaba a mis piernas, de repente todo el mundo giró, había pasado lo que más me temía, me había tropezado. El ave salió volando hacia delante, mi caída me había salvado de sus garras, pero la salvación era instantánea, ya que el gran lagarto volvía hacia mí. Intenté mover mis piernas pero estas no me respondían, empecé a arrastrarme inútilmente pero a mis brazos les faltaba fuerza, de repente noté las garras del gran lagarto atravesando mi cuerpo, el cazador empezó a reírse y a lanzarme blasfemias en su sucio idioma, ellos habían llegado allí un día con sus escopetas y sus lagartos y habían empezado a matar a mi gente. No lo entendía no entendía nada, solo entendía que mi vida se había acabado, empecé a cerrar los parpados, estábamos muy altos, nunca había volado, era una sensación agradable. Solo pude sentir como sus garras se desprendían de mí antes de dejar este mundo.

El impacto contra la fría agua me despertó, no sabía dónde estaba, era un lugar oscuro y tenebroso, mis ojos nunca habían visto la oscuridad en un mundo donde siempre era de día. Quizás estaba cruzando el rio al reino de los muertos donde siempre era de noche. Agitando mis brazos penosamente me acerqué a la orilla  de esa laguna calmada y me tumbe sobre el fango mientras mis parpados volvían a cerrarse.
Al despertar lo primero que vi fue una franja de luz en un mundo de oscuridad. Arriba en el cielo solo se podía distinguir esa gran “franja de luz”. Miré a mis alrededores había pequeñas bolas de luz fantasmagórica, era débil y tenue pero se reflectaban en el agua dando una mínima claridad a ese calmado lugar. Cuando me incorporé un fuerte dolor en el pecho me recordó el encuentro con aquel gran lagarto.  Dos agujeros se abrían en mi pecho, pero en mi espalda, no notaba dolor. Pasé mis dedos por mi espalda y lo único que mis yemas pudieron distinguir fue el tacto del fango sobre mi piel, entonces me fijé en esa extraña tierra mojada, era fluorescente, cogí con mis manos esa extraña substancia que parecía haber sanado mis heridas y la unté por todo mi cuerpo. Acto seguido  me puse de pie, preste atención al silencio de ese lugar y poniendo máxima atención a mis oídos, puede distinguir el ruido de agua deslizándose por la roca. Empecé a caminar a un ritmo lento, el miedo a mis perseguidores no desaparecía, aunque sabía que había dormido durante días no podía quitármelo de encima. Entonces un pequeño lagarto se subió por mi pierna hasta mis manos, este me recordó a mis perseguidores y al hambre que mi cuerpo sufría, así que con rabia le arranqué la cabeza de cuajo y me lo comí crudo. Avancé durante días, no sé cuantos, ya que allí las horas del día (regidas por la intensidad del sol) se difuminaban en la oscuridad. Dormía mucho y comía poco pero mi ritmo cada vez era más rápido, aunque siempre iba andando, parecía que la vida me había sido devuelta, y aunque ahora vivía en la penuria, en cuanto este rio saliera de entre estas escarpadas paredes la plena libertad me seria devuelta. Estuve varias semanas más deambulando por los túneles y comiendo lagartos, mis heridas cicatrizaron y mis dolores desaparecieron hasta que un día vi una luz al final del túnel. Al salir al exterior la luz me deslumbró, estaba en un bosque, empecé a comer frutos y me eché a dormir. Como no sabía a dónde ir seguí el rio, pocas horas después empecé a divisar un humo negro y espeso que salía del valle, un gran árbol de piedra parecía emerger de entre los otros árboles y escupir humo al cielo, esto me recordó a las armas de los hombres de piel negra, pero continué siguiendo el rio. Cuando llegué junto al gran árbol, encontré lo que recordaba en mis pesadillas, esas verjas metálicas que echaban chispas i encerraban a mi pueblo, no podía ser, en el gran árbol gris había gravado el escudo de los hombres de piel negra. Debía huir de ese lugar, me giré para volver con el rio, pero el terror apareció ante mí, tres cazadores iban montados en lagartos terrestres, no los había visto nunca, pero ahora sabía que des del principio, toda resistencia había sido inútil. No podía escapar solo podía morir. Por lo visto, ese rio si era el rio de la muerte.

Alas de carton

Alas de Cartón
Hace calor, el viento sopla del norte, mi mirada está perdida en el sur, esperando una flor que parece no tener prisa por llegar, pero la flor llegará, al compás del viento, siguiendo sus movimientos y abrazándome con su fragancia. El pétalo, rojo, hermoso, apasionado, se acercará a mí, con la elegancia de un cisne y se posará sobre mis labios. Yo cogeré la flor y saborearé su dulce fragancia y ella me corresponderá, acariciando mi piel con su dulce tacto.
Dónde estás bella flor que no llegas, ¿dónde está tu dorado al viento, dónde están tus pétalos carmesí, dónde está tu pureza celestial? El cielo, el cielo es como tú, libre, alto, bello, hermoso, no se deja dominar por los vientos, es parte de ellos. Oh golondrina que extiendes tus alas de amor, dejando un rastro de pétalos que me recuerda a ti. Eres bella, eres divina, eres una flor, eres una golondrina. Tus alas nunca se rompen, porque eres libre, eres el viento y el cielo, las nubes y las estrellas. Oh mi dulce luna, si pudiera hacerme unas alas de cartón volaría para llegar a ti y darte un beso de amor, aunque mis alas se rompieran al volar y la muerte me acogiera entre sus brazos al caer. Tu pureza es infinita como el vasto cielo o el extenso mar, tu eres agua, tu eres viento, tu eres, la sangre de mis venas, la propietaria de mi corazón. ¿Por qué no llegas bella flor, porqué no llegas libre golondrina? ¿Qué tus pétalos son hartos de mis labios, que tus alas están hartas de mi amor? Porqué, porqué no llegas golondrina, porqué no llegas dulce flor.
Cae la noche y se muestra la luna, el calor se va y el crudo hielo aparece, el viento ya no es fresco, ya no es dulce ahora es desierto. ¿Me has abandonado bella flor? ¿Has encontrando a una abeja mejor? Preguntas sin respuesta, respuestas que no quieren preguntas. Vuelvo mis pasos hacia atrás, lo que antes era claro pasto, ahora es tenebrosa noche. ¿Dónde estás mi golondrina? Al volver a mis pasos caigo frente tu morada. ¿Dónde está tu libertad, dónde está tu pureza? Demasiado libre, una flor no es flor sin raíces. Estaba equivocado no era yo el que volaba con alas de cartón, no, eras tú, tú eres la acogida entre sus brazos, tú eres la que cayó del cielo con alas de cartón. O quizás, el cielo no es suficiente libertad y solo la muerte te la puede entregar.

jueves, 3 de febrero de 2011

Bienbenidos

Bienbenidos a mi blog y espero que les guste, en este blog se colgaran Textos brebes, la mayoria en español, haunque habra alguno en Catalan. Si les interesa no duden en explorar en el blog, y si se les ocurre algun comentario o critica, estaré agradecido de hoirla, gracias por su apoyo.

atentamente Hentai-Kempo